miércoles, 30 de octubre de 2013

Modo de regresar a las cavernas

La Biblioteca de Alejandría terminó de ser destruida al ser incendiada por el califa Omar en el año 634, que lo hizo basándose en un curioso argumento: “Los libros de la Biblioteca o bien contradicen el Corán, y entonces son peligrosos, o bien coinciden con el Corán, y entonces son redundantes.”
La Biblioteca formaba parte de una especie de institución llamada el Museo: fue fundada por Ptolomeo Soter, rey de Egipto, hace 2.305 años.
Ptolomeo era uno de tantos generales que, tras la muerte de Alejandro Magno, se adjudicaron los restos de su vasto imperio. Ptolomeo se hizo con el territorio Egipcio: la dinastía fundada por él duró hasta el año 30 a. C., cuando Cleopatra gestionó su automuerte mediante los eficientes servicios de un áspid.
En su acepción clásica, la palabra “museo” significaba “lugar donde se adora a las musas”, es decir, donde se cultivan las artes y las ciencias. El Museo de Alejandría, y por ende la Biblioteca, estaba ubicado en el barrio alejandrino llamado primeramente “de los Palacios”, y más tarde “Brucheion”; es casi seguro que se trataba de una especie de barrio residencial de dimensiones colosales.
Museo y Biblioteca se contaban entre las instituciones más prestigiosas del mundo antiguo: el bibliotecario y director del Museo era nombrados por el Rey de Egipto en persona.
Del funcionamiento del Museo no se sabe casi nada; hoy día sigue siendo un misterio. Se sabe que tenía pleno apoyo del Estado: los libros se traían de todas las partes del mundo civilizado de entonces, y los reyes de Egipto no reparaban en gastos para conseguir más y más libros: se pedían prestados, se copiaban y luego se devolvían… o no. Así, la Biblioteca de Alejandría llegó a ser una formidable concentración de material escrito.

En cuanto al número de obras que custodiaba, es muy difícil de saber. Juan Tzetzes, monje bizantino del siglo XIII, sostenía que la “biblioteca externa” o “pequeña biblioteca”, tenía unos 42.800 rollos de papiro y la “biblioteca del palacio”, presumiblemente la principal, la “verdadera” y gloriosa Biblioteca, poseía 490.000 rollos. Ahora bien: un rollo de papiro constaba de un promedio de 20 hojas. Calculando la cantidad de información que admite un rollo de esas dimensiones y la longitud de los libros producidos en la época se puede llegar a una cifra aproximada: 490.000  rollos deben ser más o menos 70.000l obras, cifra que hoy día puede no parecer sublime, pero que en la época era colosal.

Hoy día, es imposible pensar qué maravillas pudieron dormir su último sueño en la Biblioteca de Alejandría, qué poemas, qué relatos, qué conocimientos estuvieron allí custodiados a la espera de análisis o lecturas, de traducciones al griego o a otros idiomas.
Qué caminos artísticos, científicos, filosóficos estaban ya iniciados o concluidos en aquellos centenares de miles de rollos con noticias y conocimientos procedentes de todo el mundo conocido, caminos que o tardaron siglos en volver a iniciarse o que permanecen aún sepultados bajo el polvo del tiempo.

¿Sería el mundo, la civilización, la historia del ser humano igual si no se hubiera destruido la Biblioteca de Alejandría? 

http://dunheim.blogspot.com.ar/2012/05/la-biblioteca-de-alejandria.html

viernes, 24 de agosto de 2012

La "civilización" no es cosa nueva

Durante muchos miles de años los humanos entendieron que debían ajustar sus procedimientos a los ciclos naturales, no sólo como condición para sobrevivir. La alineación tenía una finalidad calendárica para contar ciclos largos.

Y también advirtieron que esos ciclos no se cumplían de manera homogénea en los diferentes lugares del mundo, sino que variaban de una latitud a otra.

Entonces, lo que hoy consideramos "bibliotecas" eran lugares donde el conocimiento debía alcanzar una síntesis, una tesis, una explicación. Debía alcanzarse el conocimiento que subyacía detrás detrás del conocimiento sensible.

Algunas alineaciones:

En América: Isla de Pascua. En Perú: los Dibujos de Paracas, las líneas de Nazca, Sechín, Ollantaytambo, Machu Pichu, Cuzco, Sacsayhuaman, las Pirámides de Paratoari...
 
En África: las Construcciones Dogón (Malí); el Tassili N`Ajjer (Argelia); el Oasis de Siwa (Egipto); las Pirámides de Giza (Egipto)...  

En Asia: Petra, Ur, Persépolis, Mohenjo Daro, Khajuraho,  Sukhothai,  Angkor Wat,  Preah Vihear...

 

El Realismo del pasado

En el pasado los conocimientos servían para caminar de manera atinada en la Realidad.
Pero, ¿qué se consideraba que era "la Realidad"? ¿lo que percibimos que sucede, o las supuestas "leyes" que rigen de algún modo los fenómenos?

Vemos que aquellas culturas que consideramos 'antiguas' eran Realistas, esto es sus tesis fundamentales se pueden enunciar como sigue:


- el objeto de conocimiento es independiente del sujeto de conocimiento,

- en lo fundamental, el conocimiento del objeto no es diferente del objeto.


En el presente (2012 d.C.) una Biblioteca es un lugar que conserva y protege libros. Otros soportes donde se guardan "conocimientos" suelen preservarse en los "Museos".

Hace 2.000 años estos lugares cumplían una función diferente.

Una pátina de oscuridad obnubila nuestras mentes desde hace algo más de 1.600 años.

Los humanos tuvimos épocas mejores, cuando se escuchaba a los 'sabios' y no a los 'charlatanes'.

Existen evidencias de que este proceso que se extendió por muchos miles de años, y que proviene sin duda del último Período Glaciar: Göbekli Tepe, Turquía; 11.000 años.

miércoles, 8 de febrero de 2012

Beroso y Oannes

Beroso, sacerdote de Babilonia en el siglo III a. C. -sometida por entonces al Imperio Seleúcida-, escribió una Historia de Babilonia, llamada Babiloniaka, narrada en tres libros, en griego (que no era su propio idioma), de la que sólo se nos han conservado citas.
Beroso era šatammu, rango que tenía el Sacerdote Principal del Templo. Este cargo le dió acceso a los archivos del Esagila, Templo del Dios Supremo Marduk. Se le atribuyen también obras de astronomía y astrología, conocidas sólo por referencias de autores posteriores.
Flavio Josefo, historiador gracias al que quedan algunas citas de aquel libro, en el primero refleja la aparición de un misterioso personaje llamado Oannes, ser mitad hombre mitad pez, que instruyó a los primeros pobladores de Mesopotamia.
Oannes hizo su aparición y de ahí en más se dedicó a civilizar a los sumerios, un fascinante pueblo no semita en el cual se originó la verdadera cultura.

Oanes conversaba con los hombres y los instruía en las letras, ciencias y artes; les enseñó a contruir casas y fundar templos, compilar las leyes, además de darles conocimientos de geometría y a distinguir las semillas de la tierra y a recoger los frutos. También les mostró como hacer más humana su existencia a través de los modales.

Oanes pasaba el día con los hombres y al ponerse el Sol se sumergía en las profunidades del mar y allí pasaba la noche.

Desde esa época sus instrucciones pasaron a ser universales y no se les ha agregado nada material que pueda mejorarlas.

La historia de Oannes ha sido estudiada y se han hecho miles de especulaciones, pero la gran mayoría sin ningún fundamente científico.

Sin embargo, existe una teoría que no puede ser descartada teniendo en cuenta que quienes la han propuesto son dos astrónomos consagrados uno es el doctor Shklovsky notable astrónomo soviético y el otro es Carl Sagan célebre astrónomo estadounidense.

Ellos descubrieron en esta historia de Oannes un fundamento sólido y el que más los convenció sobre el mito que liga la humanidad y su desarrollo a un contacto con seres superiores.

Ambos científicos colaboraron en 1966 para escribir un libro titulado "Vida inteligente en el Universo"; en él los autores admiten que la obra posee muchas especulaciones, pero están casi convencidos del hecho que en la antigüedad ha habido contacto con seres superiores como Oanes y esto le ha posibilitado a la humanidad avanzar a pasos agigantados hacia la civilización.

domingo, 2 de octubre de 2011

La Biblioteca de Alejandría tenía por propósito conformar y reafirmar la antigua religión de los antiguos: la Religión o Filosofía Perenne

Trayectoria del periplo 'conquistador' de Alejandro Magno (356-323):

334 al 323. Dedicó 11 años a ello.

La ciudad de Alejandría fue fundada por Alejandro Magno y construida por su antigua guardia personal.

Alejandro estimuló el respeto por las otras culturas y la búsqueda sin prejuicios del conocimiento.

Su ciudad estaba construida a una escala suntuosa, porque tenía que ser el centro mundial del comercio, de la cultura y del saber. Pero la maravilla mayor de Alejandría era su biblioteca y su correspondiente museo. Fue destrida en el año 365 d.C. por un terremoto y restaurada en el presente:

Del antiguo edificio lo que sobrevive es un sótano húmedo y olvidado del Serapeo, el anexo de la biblioteca, primitivamente un templo que fue reconsagrado al conocimiento. Unos pocos estantes enmohecidos pueden ser sus únicos restos físicos.

Sin embargo, este lugar fue en su época el cerebro y la gloria de la mayor ciudad del planeta, el primer auténtico instituto de investigación de la historia del mundo. Los eruditos de la biblioteca estudiaban el Cosmos entero; el Orden del Universo.

http://exper.3drecursions.com/tag/cosmos/

El "Orden del Universo" es la creencia en la que se descansaban los antiguos. Orden era opuesto a Caos o sinsentido.
El Orden presupone el carácter profundamente interrelacionado de todas las cosas. Inspira admiración ante la intrincada y sutil construcción del universo.

Había en la biblioteca una comunidad de eruditos que exploraban la física, la literatura, la medicina, la astronomía, la geografía, la filosofía, las matemáticas, la biología y la ingeniería.

La ciencia y la erudición habían llegado a su edad adulta.

El genio florecía en aquellas salas. La Biblioteca de Alejandría es el lugar donde los hombres reunieron el conocimiento del mundo.

Eratóstenes midió el diámetro de la Tierra.

Hiparco, que ordenó el mapa de las constelaciones y estimó el brillo de las estrellas.

Euclides sistematizó de modo brillante la geometría y que en cierta ocasión dijo a su Rey que luchaba con un difícil problema matemático: "no hay un camino real hacia la geometría".

Dionisio de Tracia, el hombre que definió las partes del discurso y que hizo en el estudio del lenguaje lo que Euclides hizo en la geometría.

Herófilo, el fisiólogo que estableció, de modo seguro, que es el cerebro y no el corazón la sede de la inteligencia.

Apolonio de Pérgamo, el matemático que demostró las formas de las secciones cónicas - elipse, parábola e hipérbola—, las curvas que como sabemos actualmente siguen en sus órbitas los planetas, los cometas y las estrellas.

Arquímedes, el mayor genio mecánico hasta Leonardo de Vinci.

El astrónomo y geógrafo Tolomeo, que en su disposición por continuar leyendo el futuro (como lo hicieron todas las culturas antiguas) compiló gran parte de lo que es hoy la astrología: su universo centrado en la Tierra estuvo en boga durante 1.500 años.
Y entre estos grandes hombres hubo una gran mujer, Hipatia, matemática y astrónoma, el último genio de la biblioteca, cuyo martirio estuvo ligado a la destrucción de la biblioteca 7 siglos después de su fundación, cuando se intentaba imponer otra religión basada en el Caos.

Los reyes griegos de Egipto que sucedieron a Alejandro tenían ideas muy serias sobre el saber. Apoyaron durante siglos la investigación y mantuvieron la biblioteca para que ofreciera un ambiente adecuado de trabajo a las mejores mentes de la época.

La Biblioteca constaba de diez grandes salas de investigación, cada una dedicada a un tema distinto. Había fuentes y columnatas, jardines botánicos, un zoo, salas de disección, un observatorio, y una gran sala comedor donde se llevaban a cabo con toda libertad las discusiones críticas de las ideas.

Es difícil de estimar el número preciso de libros, pero parece probable que la Biblioteca contuviera 500.000 volúmenes, cada uno de ellos un rollo de papiro escrito a mano.

¿Qué destino tuvieron todos estos libros?

La civilización clásica que los creó acabó desintegrándose y la Biblioteca fue destruida deliberadamente. Sólo sobrevivió una pequeña fracción de sus obras junto con unos pocos y patéticos fragmentos dispersos. Y ¡qué tentadores son estos restos y fragmentos!

Sabemos, por ejemplo, que en los estantes de la Biblioteca había una obra del astrónomo Aristarco de Samos quien sostenía que la Tierra es uno de los planetas, que orbita el Sol como ellos, y que las estrellas están a una enorme distancia de nosotros.

Cada una de estas conclusiones es totalmente correcta, pero tuvimos que esperar casi 2.000 años para redescubrirlas. Si multiplicamos por cien mil nuestra sensación de privación por la pérdida de esta obra de Aristarco empezaremos a apreciar la grandeza de los logros de la civilización clásica y la tragedia de su destrucción.

Hemos superado la ciencia que el mundo antiguo conocía, pero hay lagunas irreparables en nuestros conocimientos históricos. Imaginemos los misterios que podríamos resolver sobre nuestro pasado si dispusiéramos de una tarjeta de lector para la Biblioteca de Alejandría. Sabemos que había una historia del mundo en tres volúmenes, perdida actualmente, de un sacerdote babilonio llamado Beroso. El primer volumen se ocupaba del intervalo desde la Creación hasta el Diluvio un período al cual atribuyó una duración de 432.000 años, es decir cien veces más que la cronología del Antiguo Testamento
Sólo en un punto de la historia pasada hubo la promesa de una civilización científica brillante. Era beneficiaria del despertar jónico, y tenía su ciudadela en la Biblioteca de Alejandría donde, hace 2.000 años, las mejores mentes de la antigüedad establecieron las bases del estudio sistemático de la matemática, la física, la biología, la astronomía, la literatura, la geografía y la medicina.

Todavía estamos construyendo sobre estas bases.

sábado, 24 de septiembre de 2011

La Magia de Zoroastro

“Dos millones de líneas", escritas sobre Zoroastro estaban guardadas en la antigua Biblioteca Real de Alejandría, destruida por orden del emperador romano cristiano Teodosio I en el año 391 de nuestra era.
La religión de Zoroastro es acreditada con ser la base de todas las religiones que dicen que el propósito de la humanidad, así como el de toda la otra creación, es sostener el aša: la VERDAD.
Además, declaró que para la humanidad, esto ocurre a través de la participación activa en la vida y el ejercicio de pensamientos, palabras y hechos constructivos.
Plinio el Anciano, el primer autor romano del siglo, naturalista y filósofo natural, así como comandante naval y comandante del ejército del antiguo Imperio Romano, nombra, además, a Zoroastro como "el inventor de la magia".
Es importante tener en cuenta que para que creciera la nueva religión cristiana, todos los elementos relativos a sus verdaderos orígenes con Zoroastro tuvieron que ser destruidos.

En la notación del año 440 de nuestra era fue escrita esta notación en la antigua Historia Eclesiástica:
"A solicitud de Teófilo, obispo de Alejandría, el Emperador dictó una orden en ese tiempo de demoler los templos paganos en esa ciudad, ordenando también que debían ser puestos en ejecución bajo la dirección de Teófilo. Aprovechando esta oportunidad, Teófilo se esforzó al máximo para exponer los misterios paganos al desprecio, y para empezar, hizo que el Mithreum fuese limpiado, y que fuesen exhibidas a la vista del público sus sangrientos misterios. Luego destruyó el Serapeum. El Serapeum también lo mostró lleno de extravagantes supersticiones, e hizo que el falo de Príapo fuera acarreado a través del foro...
Así, habiendo terminado esta alteración, el gobernador de Alejandría, y el comandante en jefe de las tropas en Egipto, ayudó a Teófilo a demoler los templos 'paganos'."